Edward Gorey, rey de lo macabro
Comenzamos estas fechas de Navidad con la grata noticia que nos trae la editorial Valdemar, editorial que logra el mejor equilibrio entre calidad del contenido, elaboración de la edición y precio, creemos que no hay ni una sola editorial que pueda hacer sombra a Valdemar, a la postre ya recibió en 2001 el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial.
La noticia no otra sino la edición del cuarto volumen que recoge las obras completas de Edward Gorey, Amphigorey de nuevo, al que se suma a los ya existentes, Amphigorey, Amphigorey también y Amphigorey además. Editado, al igual que los otros, en su sello estrella Avatares.
Cuando caiga en nuestras manos este ejemplar pasaremos a desmenuzarlo, hasta tanto ofrecemos un repaso a la obra de este maestro del expresionismo, el claroscuro, lo bizarro y lo escatológico.
Edward St. John Gorey (1925-2000) es uno de los autores más personales y originales del siglo XX, su influencia ha sido tan monumental que todavía hoy, diez años después de su muerte y 57 de que se publicara su primera obra, la literatura, el cómic y el cine continúan reproduciendo su estilo, en tal proporción que lo original ha dejado de serlo.
En su país de origen, Norteamérica, su nombre esta escrito con letras de oro y su obra convertida en icono, lo avala el merchandansing existente, la redistribución continua de su obra y la gran cantidad de autores que siguen su estela.
Un claro ejemplo es el icono que reproducimos al comienzo del post, correspondiente a la ilustración de portada de su obra Los pequeñines macabros, recopilada en el volumen Amphigorey, que hoy todavía siguen siendo el icono por el que se reconoce a Gorey.
En España, por el contrario, se le tiene menor estima, y si no fuera por la impresionante labor que está haciendo la editorial Valdemar, a día de hoy seguiría siendo un total desconocido para muchos lectores. Si algo saca de quicio es oír a un lector o espectador, que tal obra o película tiene un punto burtoniana –referida a Tim Burton- cuando la expresión verdadera debería ser Goryniana o como quiera decirlo uno. En nuestro país la supuesta estética no-inventada por este cineasta ha cubierto el hueco que debería ocupar, y que ocupa en su país de origen, Edward Gorey.
Su obra la compone cerca de un centenar de libros, a los que hay que sumar otros sesenta que ilustró, la temática tratada, sus primeras obras que a penan llegaban a ediciones de 200 ejemplares, la labor artesanal de sus diseños y su estrafalaria vida –tanto como la de sus personajes- fueron causa de que se convirtiera en un autor de culto en la época que le toco vivir.
Para reseñar su biografía necesitaríamos de un buen número de post por la cantidad de anécdotas y experiencias de su vida que debería relatarse. Los interesados en la misma pueden recurrir a las ediciones de Valdemar, con notas suficientes que será de las delicias de lector, seria redundante que este post reprodujera una información que ya esta publicada y en muy buenas condiciones.
Edward Gorey hubo de esperar veinte años hasta que su obra fuera reconocida, no fue hasta 1972 cuando la editorial Putnam edito una antología denominada Amphigorey, y el éxito de la misma propiciara dos volúmenes más, los tres mismos editados por Valdemar. Lo que nos corroe de curiosidad conocer que recopila el cuarto volumen que ha salido a la venta este mes de diciembre, la información la daremos en un nuevo post.
Valdemar edita la obra de Gorey en versión bilingüe, la razón es la dificultad de traducirla por estar llena de rimas y juegos lingüísticos. Para aquellos que no sepan ingles pues tendrán la aflicción de no poder disfrutar en pleno de la obra de este autor.
Otra de las dificultades con las que se ha encontrado siempre la crítica es la complejidad de catalogar la obra de Gorey. Para algunos son meros cómics, para otros poemas ilustrados, tampoco se ponen de acuerdo si el publico al que esta destinado es a uno infantil o adulto, si la temática es humorística o gótica.
El humor negro predomina, con acercamiento al surrealismo, es suficiente echar un vistazo a otras de sus obras inmortales El invitado incierto –recogida en Amphigorey-. La estética claroscuro es constante, cercana al expresionismo, a lo que hay que sumar unos guiones macabros, llenos de pesadumbre y desenlace fatal. En definitiva Edward Gorey nos presenta una obra onírica y fantástica encerrada la peor pesadilla del ser humano.
Fotos: editorial Valdemar